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San Pedro de Atacama – Visitando el lugar más árido del mundo

Qué hacer en San Pedro de Atacama

 

San Pedro queda en el norte de Chile, sirviendo de portal al desierto más árido del mundo, el desierto de Atacama. En San Pedro y la cercanía hay muchas actividades relacionadas con aventuras, gastronomía, paisajes maravillosos y cultura local, debes visitar este lugar si es que te encuentras en Chile.

Usando San Pedro como base, es fácil explorar los valles místicos, lagunas altiplánicas y antiguas ruinas de los cerros. También puedes maravillarte con el cielo nocturno – posiblemente la más clara del mundo – Una excursión nocturna al desierto definitivamente vale la pena. Una noche estrellada aquí es algo que jamás olvidaras.

Lo ideal es tener 4 días para aprovechar de tu tiempo aquí. El pueblo es pequeño y es fácil desplazarte a pie. Está lleno de actividades de turismo y tiendas de empanadas (¡de las mejores!) Ir por más tiempo te permitirá relajarte, y planificar cuidadosamente tus actividades. Sin más rodeos, aquí te presento las mejores cosas para ver y hacer en San Pedro de Atacama.

 

Adonde ir

1. Valle de la Luna

Valle de la Luna es un valle espectacular ubicado a sólo 13 km de San Pedro.
El entrada del parque pueden encontrar mapas del valle, que te permiten entender mejor las dimensiones del lugar. El camino principal te llevará hasta Las Tres Marías, tres atípicas formaciones rocosas que sobresalen del suelo del desierto.

 

En la primera parada, unos 3km de la entrada, están las cavidades salinas. Son un sistema serpenteante y estrecho de cuevas, conteniendo estructuras geológicas que parecen de otro planeta.

 

Hay más acantilados y cuevas surrealistas, pero mientras más avanzas, menos gente encontrarás, y empiezas a sentirte realmente aislado en el desierto. El sol del mediodía quema en tu cara y tu cuello, por donde mires.

La vista que todo el mundo viene a ver es del Valle de la Luna al atardecer, especialmente desde la parte superior de la gran duna de arena. El camino es arenoso pero bien trabajado; no creo que presente dificultades para nadie. La vista desde la cima te hará entender la lógica detrás del nombre del valle. Fue aquí donde la NASA probó el prototipo para el robot explorador de Marte, debido a la similitud de su terreno.

 

 

Ver el sol ponerse detrás de la cresta es algo hermoso en sí, pero no se compara con el brillo de oro rojizo que envuelve el desierto después. En la cumbre de la duna, puedes caminar por la cresta en los dos sentidos. Hacia la derecha te proporciona una vista del atardecer detrás de la duna, y si te das vuelta, verás la cordillera completa con varios volcanes grandes a la distancia. Hacia la izquierda te muestra los cerros irregulares y el sinfín del desierto. El camino sigue más allá también, así que puedes buscarte tu propio espacio lejos de la multitud. Es a esa hora que hay más gente en la duna, pero la vista es notable durante todo el día. El atardecer aquí es algo que recordarás durante el resto de tu vida.

 

Cómo llegar

Se puede llegar al Valle de la Luna de varias formas dependiente de tus preferencias. La mejor opción es hacer un tour, que te recogerá en tu hotel o albergue y te llevará a la entrada, visitando cada sitio con un guía experto antes de dejarte de vuelta en tu alojamiento. Normalmente parten desde las 2 o 3pm, para que veas el atardecer, pero es posible más temprano también.

También es fácil llegar en bicicleta. En tu tiempo libre puedes arrendar bicis en todo el pueblo. Son unos 25 minutos para llegar desde el centro del pueblo hasta la entrada. Cuando entras al valle, la calle se vuelve desvencijada y hay partes empinadas también. Un casco y una chaqueta de alta visibilidad son esenciales para ir al valle en bicicleta. Cometí el error de no llevarlos, y al llegar me avisaron que no podían permitir que yo entrara la bici sin ellos.

 

2. Valle de la Muerte / Valle de la Marte

El Valle de la Muerte, también conocido como el Valle de Marte, queda más cerca de San Pedro que el Valle de la Luna. Sus paisajes surrealistas son igual de asombrosos, pero tienen la ventaja de no llenarse de tanta gente que su vecino más grande y más popular. No es que nadie visite el Valle de la Muerte, pero sí que no van tantos grupos haciendo tour.

La entrada queda a la derecha de la carretera hacia Calama, a sólo 2km desde el centro del pueblo.

Este valle es el lugar perfecto para practicar sandboarding. Se puede llegar caminando desde el pueblo (donde puedes arrendar la tabla), y aunque el Valle de la Luna tiene una duna de arena gigante, no es permitido realizar sandboarding en ella. Además de subir la duna para bajar en tabla, también vale la pena subir para disfrutar de la vista. El desierto se extiende ante tus ojos hasta la cordillera escarpada, huasos cruzan los valles irregulares con sus caballos, dejando nubes de arena en su huella, y afloramientos extravagantes desafían la lógica por donde mires.

 

Cometí el error de subir la duna en una línea recta desde la base hasta la cumbre. No cometas el mismo error – tuve que usar mis pies tanto como mis manos ya que la superficie era casi vertical. Mis pies se hundían en la arena al menos 30 cm con cada paso, lo que hizo que fuera una dura prueba innecesaria. Tenía medio desierto en mis zapatos para cuando llegue a la cima. Por suerte, tenía suficiente agua para no desmayarme en el calor de mediodía. A pesar de que tome la ruta más difícil (hay una senda bien trabajada para los que hacen sandboarding, que te lleva a la cima diagonalmente), valió la pena de mi esfuerzo.

 

También puedes continuar en el camino más adentro del valle, que serpentea hasta llegar al lado opuesto de la duna y te proporciona una vista de lo que hay más allá de la cresta sobresaliente. Parece una pista extrema de Motocross, construido para gigantes. Aun me cuesta comprender como se formaron estos valles.

 

Cómo llegar

Se puede llegar mediante los métodos que describí para llegar al Valle de la Luna, con una opción adicional.

En tour, su vehículo sale por la calle Licancabur y toma la carretera principal hacia Calama. El cerro arenoso directamente frente tuyo al salir del pueblo es la entrada. No deberías demorarte más de 25 minutos caminando si estas en forma razonable. Los mejores miradores pueden estar a hasta 2 horas caminando, dependiente de tu ritmo y de las veces que paras. Lleva abundante agua y algo para comer. Hay una sola carretera, así que a menos que te desvíes hacia el desierto, es imposible que te pierdas. Pero siempre es más seguro ir en un vehículo.

 

Puedes hacer un tour también. Hay muchas más excursiones al Valle de la Luna, pero aun así puedes conseguir una aquí, o incluso una que visita los dos lugares.

Por último puedes ir en bicicleta. Es fácil llegar, a pesar de una pequeña sección cuesta arriba. Ir en bicicleta dentro del valle en si puede ser algo difícil, eso sí, ya que la arena llega a ser espesa. Subí a la cima caminando, luego bajé en bici (sin usar los pedales) pero las ruedas se atoraron en la arena y volé por encima del manillar, cayendo al Valle de la Muerte. Hubiera sido un lugar apto para morir, pero afortunadamente no fue así. También puedes ir en bici desde aquí hasta Pukara de Quitor relativamente rápido, ya que hay un camino directamente de una entrada a otra.

 

3. Pukara de Quitor

Esta fascinante ruina en el cerro una vez fue una fortaleza imponente, enclavada en un sitio perfecto para la defensa, quitándole el elemento de sorpresa a los invasores. Lo encontraras a 3km al noroeste de San Pedro. Como la mayoría de las atracciones aquí, hay una entrada de unos miles de pesos. Si tienes bicicleta, hay donde asegurarla en la entrada.

 

Puedes elegir entre escalar la cresta que recorre las ruinas de 700 años, o los cerros en la distancia. Los cerros tienen varios miradores y refugios donde descansar, además de unas estructuras interesantes en la cumbre. Desde la cima, puedes mirar el Valle de la Muerte y verlo de otro punto de vista. También puedes ver el valle que conduce a Catarpe, a donde puedes llegar en bicicleta por una ruta interesante y aventurera.

La vista desde la cumbre de los cerros es notable. Se ve más o menos la misma cosa pero desde un ángulo inferior, y mientras puedes acercarte más a las ruinas, no puedes entrar en ellas. Dicho esto, el camino es corto y probablemente vale la pena por los quince minutos que te demoras en recorrerlo.

Cerca de la entrada de Pukara de Quitor hay otro camino. En vez de seguir la rampa hasta el depósito para bicicletas y taquilla de entradas, vete en el sentido opuesto. Sin alejarte del muro rocoso, sigue el camino hasta llegar a una cueva donde hay unas tallas arqueológicas asombrosas. La cueva es totalmente oscura en ciertos puntos, así que lleva linterna. Ten cuidado con la cabeza también, especialmente si eres alto como yo. Tendrás que agacharte muchas veces. Al otro lado de la cueva hay un pequeño espacio abierto donde puedes ver las extrañas formaciones rocosas de cerca, y añadir tu propia firma a las miles que ya están ahí, antes de devolverte por donde viniste. Es recomendable llevar algo para taparte la boca y la nariz porque de lo contrario inhalarás mucho polvo. Una vez afuera, puedes maravillarte con las dos cabezas gigantes que han sido talladas en la pared del acantilado.

 

Cómo llegar

Todas las opciones anteriores también se aplican aquí. Puedes ir en tour, caminando o en bicicleta.

 

4. Astronomía

Se dice que la mejor actividad que puedes hacer aquí, con los cielos inmaculados de la zona, es mirar hacia arriba. Dentro del año que viene, más del 70% de los observatorios astronómicos del mundo tendrán su base aquí. Desde este desierto, se puede observar la Gran Nube de Magallanes a simple vista, que es una galaxia del exterior que orbita la Vía Láctea, a más de 150.000 años luz. También se puede apreciar la Pequeña Nube de Magallanes, menos visible y aún más lejos. Es el objeto visible más lejano del hemisferio sur sin tener que usar un telescopio. También puedes penetrar en el corazón de nuestra propia galaxia. ¿Conoces esa línea de sustancia nubosa que sale en películas y en la mejor astrofotografía? La podrás ver con tus propios ojos.

 

Tendría que ser una cámara excelente para que salga todo esto en fotos, pero por suerte, casi todas las excursiones astronómicas sacan fotos del grupo con sus propias cámaras. Puedes pedir una de ti solo también.

Lo recomiendo totalmente. Me llevaron en una excursión de 2 horas, señalando todas las constelaciones visibles del zodíaco y explicando sus historias. También nos mostraron un documental corto, y nos permitieron comer salchichas y otras cosas para picar.

En Agosto, a fines del invierno, Saturno era el más visible. Temprano en la noche, es posible atisbar Marte y Júpiter también. En distintas épocas a lo largo del año, es posible ver los primeros seis planetas a simple vista.

 

5. Lagunas de altas llanuras y los salares de Atacama

Los lagos a gran altitud definitivamente valen la pena ver si estas por la región. Tendrás la oportunidad de ver flamencos rosados en la Reserva Nacional de la Chaxa, caminar sobre un lago congelado en Piedras Rojas, y ver vicuñas (primo de las llamas y alpacas) en su entorno natural, los cerros a más de 3.000m de altura.

 

Es mejor comenzar temprano para ir a estos lugares, ya que quedan un poco más lejos que la mayoría de las atracciones. En el camino, me quedaba dormido a cada rato, pillando irreales de cumbres nevadas, desierto interminable, y vicuñas pastoreando, y venía escuchando al guía explicar que las vicuñas aún son cazadas por su piel, a pesar de que es ilegal.

Desperté cuando pasamos de una carretera bien pavimentada paso a un camino de tierra lleno de baches. Saltaba arriba y abajo, pegando mis extremidades contra elementos del Jeep que ni siquiera había notado antes. Luego me pegó todo el frío. Las mañanas a gran altitud no son nada agradables si vas poco abrigado. Por suerte, me había preparado.



Cómo llegar

La mejor forma de visitar estos lugares es en una excursión. Visitamos todos los lugares mencionados además de Toconao, un pueblo tradicional. La plaza principal tiene cactus grandes que crecen 1cm por año. Estos cactus medían más de 2 metros, ¡lo que significa que los plantaron a principios del siglo XIX! Puedes explorar las tiendas artesanales y comprar recuerdos, conocer la vieja iglesia, o degustar el helado casero local. Tienen de sabor rica rica, que es una hierba parecida a la menta que crece en la zona del desierto con matojos. El chofer se para un ratito en estas zonas también, para que recolectes tu propio suministro de la hierba.

 

Otras cosas para ver en la zona incluyen:

Géiser El Tatio – Planea ir temprano si visitas este campo de géiseres. Son más activos alrededor de las 4:30am.

Termas / Aguas Calientes – Hay muchas termas calientes cerca de San Pedro de Atacama. (Como los Geisers de Atacama y Termas Puritama)

Globo aerostático sobre el desierto Atacama – Navegar en globo sobre el desierto de Atacama es una experiencia única e impresionante. Comenzarás la excursión justo antes del amanecer para ver todos los colores y las rocas del desierto con la luz de la mañana. Cada tour es diferente porque no sabes a dónde te llevará el viento, pero puedes estar seguro de que tendrás una vista maravillosa del paisaje del desierto. ¡Este es definitivamente un recuerdo que nunca olvidarás!

El desierto florido – Es mucho más al sur que San Pedro, pero aún en Atacama, cerca de La Serena, hay un fenómeno que ocurre en el desierto donde las flores florecen en todas partes. Solo pasa una vez al año, y se supone que este año será el más grande de todos los tiempos.

 

Cómo Presupuestar

Por lo general, San Pedro es un poco más caro que otros pueblos de su tamaño en Chile. La mayoría de los clientes son turistas, lo que significa que los precios están un poco más inflados. Aquí es posible encontrar todo tipo de frutas, verduras, carnes, pescados y comida local. Hay muchos restaurantes en San Pedro de Atacama, por lo que se pueden encontrar bastantes opciones para todos los gustos y bolsillos.

Hay una gran variada gama de Hoteles y lugares para el alojamiento. Recomiendo hacer una reserva con anticipación, para poder llegar con tranquilidad al Hotel, realizar su Check-In para luego salir a caminar al pueblo.

 

Cuándo ir

Atacama es una región seca, con cielos claros a lo largo del año. Podrás contar las nubes con una sola mano durante todo tu tiempo aquí – y es más probable que no veas ninguna. En la excursión astronómica, el guía dijo que sólo treinta noches del año son nubladas, y aun así, no afectan mucho.

El verano chileno es desde diciembre hasta febrero, y su invierno desde junio a agosto. Sin embargo, aquí el clima no cambia mucho. Debido a la altitud (2.408 metros sobre el mar), San Pedro tiene noches frías todo el año, con las más frías en julio y agosto, a -1° C, y las más cálidas en enero a unos 5-6° C. Los días en invierno pueden llegar a 20° C, y en verano, 25° C. La altitud hace que los días parezcan más calurosos, eso sí, porque los rayos de sol tienen menos atmósfera que penetrar antes de llegar al suelo. La combinación de esto con la insólita claridad del cielo te asará.

 

Si quieres evitar la multitud, es mejor visitar justo antes del invierno (las vacaciones de verano del hemisferio norte), pero después del verano norteño. Abril-junio se considera la temporada baja aquí. Habrá menos gente, pero nunca va a estar vacío. San Pedro es un destino turista.

 

Qué llevar

Pastillas para el mal de altura – Dependiente de tu actitud hacia la altitud, podrías llevar algún remedio. Hay personas que simplemente les caen mal las elevaciones. 2.408 metros no es tan alto, pero algunas actividades pueden exceder los 4.000 metros. También puedes comprar remedios locales para el mal de altura en todo el pueblo. Las hojas de coca son útiles para largas caminatas hacia arriba, pero no te las tragues.

Vaselina o bálsamo de labios – Este se explica solo. Estarás en el desierto más árido del mundo. Sin esto, tus labios se resecarán hasta sangrar. Hablo por experiencia propia.

Bloqueador de sol – La altitud hace que te quemes mucho más rápido que si estuvieras al nivel del mar.

App de mapas – Aunque un buen mapa vieja escuela no tiene nada de malo, no te ayuda si no sabes dónde estás para empezar. MAPS.ME es una buena opción ya que te permite descargar los mapas para el uso offline (como la mayoría de las apps), pero también muestra caminos y senderos para peatones que son invisibles en Google Maps, por ejemplo.

Agua y comida – Este también se explica solo. Necesitarás mucha agua en el desierto más árido de la Tierra. Si te quedas tirado, la lluvia no te salvará – algunas zonas aquí reciben sólo un centímetro de lluvia al año. Algunos nativos no conocen la lluvia, sobre todo cerca de Antofagasta. Algo para picar también es útil, ya que no hay donde comprar fuera de los pueblos.

Cámara – Este lugar será inolvidable, pero nunca esta demás sacar algunas fotos.

 

 

Valparaiso y Viña Emiliana

Primero fuimos a recoger una pareja estadounidense y partimos para Valparaíso los tres. Javiera nos contó el plan básico para el día y nos advirtió que en algún momento era probable que lloviera.

Llegamos al centro de Valparaíso alrededor de 1 hora y media, pasamos por el congreso de Chile además de la primera biblioteca pública de Sudamérica. Nos estacionamos en una de las plazas grandes, al lado de la primera estación de bomberos del continente. Valparaíso es una ciudad rica en historia. Una vez fue el puerto más grande de Sudamérica, y era una de las ciudades más importantes cuando los españoles colonizaron la región. De hecho fue fundada antes de Santiago, en 1536. Hoy en día es el hogar de 300.000 personas, pero el puerto ya no es el más importante de la región, ni mucho menos del continente. Es una fuente de constante inspiración, siendo la ciudad con más grafitis de Sudamérica.

 

Es una de las ciudades más coloridas que he visitado. Por donde mires hay una avenida de casas coloridas, o un mural majestuoso en el lado de un edifico medio derrumbado y sin importancia. Lo que la hace más hermosa son sus 44 cerros.

 

Muchos de ellos tienen ascensores conocidos como funiculares, que van hasta la cumbre. La mayoría tienen más de 100 años, y como muchos edificios de la ciudad, se nota. Sólo 8 de estos funiculares funcionan, pero hay un movimiento dirigido a re-abrir todos los que están cerrados (más de 20) y devolver a Valparaíso la gloria de antaño.

 

En la Plaza Sotomayor, donde nos paramos, hay un monumento gigante en el centro.

 

Este monumento era para conmemorar a los héroes de la Guerra del Pacífico, donde Chile luchó contra Perú y Bolivia al norte en 1879-1883. Ganaron los chilenos y lograron cortar el acceso al mar para Bolivia, llevándose la región Atacama. Sin embargo, durante la guerra, con todas las fuerzas chilenas estando en el norte, Argentina tomó la oportunidad de invadir Patagonia del este y tomar el control. Esto le dio a Chile su larga forma serpentina.

En 1906, un fuerte terremoto dio con Valparaíso y sólo 2 edificios se quedaron de pie en esta plaza. Se nota que la arquitectura aquí es única, hay edificios de oficinas modernos al lado de edificios del siglo XVIII con su decoración original.

 

Cuando salíamos de la Plaza Sotomayor, Javiera nos contó que al Starbucks que está en la plaza le va mal, al igual que a McDonald’s antes. Valparaíso es una de las únicas ciudades del mundo donde un McDonald’s fracasó y tuvo que cerrar. Pero en Viña del Mar, a sólo 10 minutos de aquí, tiene 3 restaurantes.
Mientras caminábamos más adentro de la ciudad colorida, Javiera explicaba que los marineros pintaban sus casas de colores prendidos para encontrarlas fácilmente al llegar al puerto. En sus primeros días, el pueblo era hecho de madera y barro y piratas como Francis Drake venían a quemarlo todo, saqueando como vikingos.

 

Caminamos alrededor de dos horas desde ahí, por todas las calles pintadas de grafitis. Es como si la ciudad entera fuera un museo de arte gigante. Por donde mires, hay algún tipo de arte callejera. Uno de mis lugares favoritos es encima de la funicular Reina Victoria. Hay un cerro con peldaños pintados y los de arriba dicen “No somos Hippies. Somos Happies.”

 

Hacia el final de nuestro paseo por las calles estrechas y empinadas, empezó a llover. Nos devolvimos al bus y subimos el Cerro Artillería para almorzar con vistas al puerto. Estaba algo nublado, pero igual se podía ver toda la bahía de Valparaíso.

 

Había probado la reineta la vez anterior en Valparaíso, así que pedí un buen plato de salmón con salsa húngara. No estoy seguro del por qué la salsa se llamaba así, era de champiñones y camarones, pero estaba absolutamente deliciosa. La comida me gustó muchísimo y también la vista a la bahía.
Cuando terminamos, nos despedimos de Valparaíso y fuimos a la Viña Emiliana, el viñedo orgánico más grande del mundo.

 

Ya llovía mucho. Christian, nuestro guía para la viña, tenía mucha pasión por su trabajo y la excursión fue buena.

Nos mostró las distintas cosas que usan para hacer el abono, incluyendo dientes de león, estiércol de alpaca, y otras hierbas y plantas.

 

Hubiéramos visto más pero la lluvia era demasiada y los demás pidieron devolvernos. Una vez adentro, tuvimos una degustación de vinos. No soporto el vino en general, así que me dieron un vaso aún más pequeño de las 4 muestras pero los estadounidenses parecían disfrutarlas así que no me crean a mí. Se compraron una botella después.

 

El queso estaba rico. El último queso – se me olvida como se llamaba – estaba divino.
Cuando terminamos nos devolvimos a Santiago. Javiera nos contó de muchos lugares que ver en la ciudad y ofreció enviarnos más por WhatsApp. También nos contó historias interesantes de sus aventuras por el mundo. Ha viajado por Latinoamérica, África y Europa y tiene muchos cuentos de locos.

Llegamos de vuelta en Santiago alrededor de las 6, y nos dejaron. Todo me hizo querer visitar Valparaíso de nuevo antes de que me vaya. La excursión fue excelente y la ciudad es única.

 

Cajón del Maipo – Embalse el Yeso

Eran las 8:25 cuando partimos. Todos estaban a bordo y Felipe sugirió que descansáramos durante el viaje fuera de la ciudad. Primero habló en español (3 de los pasajeros eran argentinos, 4 brasileños, 1 chino, 1 estadounidense, y yo, de Inglaterra), luego repitió en inglés.

Nos demoramos alrededor de una hora en llegar a la pequeña cafetería en la entrada del cañón, donde paramos para tomarnos algo caliente. También nos comimos un trozo de pastel cada uno. El grupo empezó a conversar y aprendimos de donde éramos todos y a dónde íbamos.

Aún tenía cara de sueño cuando entramos a la cafetería, pero durante el viaje después, el paisaje se cristalizó. Nos adentrábamos en un valle verde, con muros montañosos a los dos lados de la carretera, cumbres nevadas que parecen crecer mientras nos acercábamos. Esto era el Cajón del Maipo. Esto era lo que había visto en todas las fotos.
El guía dominaba el inglés excelentemente. Era simpático y dispuesto a contestar cualquier pregunta, no solamente sobre la excursión sino sobre Chile en general. Pasamos por el pueblecito de San José de Maipo, establecido en 1792. Para llegar a ser un pueblo oficialmente, tuvieron que construir una pequeña iglesia, un hospital, y un edificio de la municipalidad. Originalmente era el hogar de los mineros de la zona, quienes extraían plata y oro. Hoy en día venden productos artesanales hechos de los minerales preciosos.

 

El guía continuó hablando mientras pasamos por el pueblo y los cañones alrededor. El río Maipo que atraviesa este valle, serpenteando por el terreno irregular, tiene mucha importancia para Santiago. Provee electricidad para la capital y también sirve de portal con la naturaleza, con muchas opciones a la hora de hacer deportes de aventura. Puedes andar en kayak y rafting en el río, y muchos santiaguinos vienen aquí los fines de semana para escaparse de la contaminación de la ciudad. El fresco aire de montaña te refresca el cuerpo y te aclara la mente.

Avanzamos más adentro del cañón. Pasamos por el lado de una pequeña vía de tren con algunos trenes estacionados. Felipe nos explicó que antes los trenes llevaban cobre de las minas hasta Santiago. En 1985, removieron la mayoría de la vía. Además Pinochet vivió aquí. Vimos su casa, pero yo tenía que estar absorbiendo tanta información tan rápidamente que en realidad yo no la vi. Está en el valle en alguna parte. Estoy seguro.

Antes de que pudiera contemplar lo que había hecho Pinochet, estábamos corriendo por otro pueblecito, aprendiendo sobre los almendros de la región – la exportación más importante del Cajón del Maipo.

Finalmente pudimos estirarnos y sacar algunas fotos. Se podía ver el glaciar encima de la cumbre de la montaña – un bloque gigante de hielo, posado precariamente en el borde.

El sitio parecía estar lleno de refugios antibombas grandes. Parecían algo de una película de guerra, pero Felipe nos dijo que estaban ocupados entre 1953-1964 por los constructores de la represa cercana. Tienen techos curvados para desviar el viento y la nieve. Sin embargo, no tienen ventanas, y los constructores tenían que vivir en condiciones congeladas durante todo el proyecto.

 

 

Después fuimos en vehículo hasta la represa, que queda a un paso, donde nos bajamos nuevamente para conocer el hermoso rincón de cuatros vientos. No es difícil ver como se ganó ese nombre. Por donde mires, el viento te bofetea, el polvo te arde los ojos y se mete detrás de tus párpados. Tornados en miniatura golpean el agua en la distancia.

 

Un grupo de turistas estaban en el rincón, luchando por quedarse de pie para sacarse selfies.

 

Saqué algunas fotos para mí. El embalse era muy lindo. Las montañas nevadas mejoraron la apariencia del embalse artificial.

 

Después de un corto viaje de vuelta por donde habíamos venido, nos paramos en el lado de la carretera y Felipe nos dijo que había montado un picnic. Había una mesa en un pequeño cerro, con una cascada en las rocas detrás. Habían aceitunas, trozos de zanahoria, y pan. La salsa para el pan era una mezcla de salsa de soja, semillas de sésamo, y queso crema. Es una mezcla muy rara, una que ya había visto a otro chileno comer esa misma semana. Son tres cosas que personalmente yo no juntaría, pero me sorprendió con lo rico que estaba. A lo mejor se come en otras partes y soy yo que no lo conozco, o quizás es una exquisitez moderna de Chile. Como sea, vale la pena probarlo.
Habían unas botellas de vino para compartir entre el grupo, también. No me gusta mucho el vino, pero lo probé.

 

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